Hacia el 190, el problema se hizo tan agudo que en Roma, en Palestina y por doquiera se celebraban sínodos que optaban por la práctica romana. Las iglesias del Asia Menor, conducidas por Polícrates, obispo de Efeso, negaron su conformidad. En consecuencia Víctor, obispo de Roma (189–198), excomulgó a las congregaciones recalcitrantes. Esta actitud arbitraria provocó muchas protestas, especialmente las de Ireneo de Lión, pero fué una señalada aserción de la autoridad de Roma.1 Estas enconadas controversias
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